Reflexión (en voz alta) sobre la custodia compartida en el País Vasco
Los fiscales vascos mantendrán ‘una actitud proactiva’ para fomentar la custodia compartida en los procesos de separación o divorcio de los progenitores de menores de edad porque la sociedad vasca ‘está preparada’, para aceptarlo, según Juan Calparsoro, fiscal superior del País Vasco.
Calparsoro continúa explicando que la fiscalía vasca tratará de impulsar «la corresponsabilidad paternal» respecto a los menores en casos de separación de los progenitores, atendiendo al derecho de los dos padres a educar y cuidar a sus hijos, pero sobre todo al derecho de los menores a criarse con ambos.
En los casos de divorcio la fiscalía debe emitir un informe sobre la situación de los menores, por lo que el fiscal superior anunció que los representantes del ministerio público tratarán de promover que los padres soliciten la custodia compartida, «en vez de esperar a que los progenitores decidan solos», añadió Calparsolo, quien cree necesario “un cambio de mentalidad (…) y hacia la igualdad de derechos y obligaciones (entre hombres y mujeres)”.
Hasta el momento, la atribución de la custodia a uno de los padres, habitualmente la madre, conllevaba una inestabilidad para el niño, obligado en muchos casos a cambiar de costumbres, residencia y amigos. La custodia compartida fue introducida en 2005 como solución pero es una opción que “debe ser consensuada por ambos progenitores y que conlleva el cumplimiento de unos requisitos para rubricar de mutuo acuerdo esta solución como la cercanía de los domicilios de los padres y el establecimiento entre ambos de una relación mínimamente civilizada.”
Muchos legisladores autonómicos (recientemente lo ha aprobado también el Parlamento Vasco) ya prevén la guardia y custodia compartida como modelo familiar más adecuado para proteger los intereses de los hijos en común tras la ruptura matrimonial y como herramienta para garantizar la estabilidad de las relaciones entre los progenitores y la adaptación natural de las reglas a los cambios de circunstancias.
De este modo, se abandona el principio general según el cual la ruptura de la convivencia entre los progenitores significa automáticamente que los hijos deben apartarse de uno para encomendarlos individualmente al otro, lo que debemos celebrar en el más amplio de los sentidos, por el importante avance que ello supone para nuestra sociedad.
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