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El divorcio en sí no es motivo de daños psicológicos en los menores

Según afirma el Dr. en Psicología Clínica y escritor Joseph Nowinski en uno de sus artículos para el Huffington Post, hay investigaciones científicas que muestran que el divorcio en sí no es necesariamente perjudicial para los niños. De hecho, la investigación a la que se refiere, llevada a cabo por el Dr. Robert Hughes, Jr., de la University of Illinois, apoya la afirmación de que, en general, los niños de padres divorciados no están psicológicamente hablando en peor situación que otros niños y niñas de familias intactas, si pasar por alto que los hijos del divorcio expresan sus sentimientos de angustia y molestia por los malos recuerdos durante los años posteriores al divorcio de sus padres.

Los investigadores que encuestaron a estudiantes universitarios cuyos padres se habían divorciado hacía diez años, así como a un grupo de no-universitarios hijos del divorcio de la misma edad los, descubrió que estos jóvenes hombres y mujeres siguieron informando de sentimientos significativos de sufrimiento relacionados con el divorcio. Más citado fue la relativa pérdida de sus relaciones con sus padres, junto con la angustia persistente asociada a conflictos intensos y permanentes entre los padres.

De acuerdo con Nowinski, otro estudio de jóvenes adultos cuyos padres se habían divorciado encontró evidencia que sugiere motivos por los que la angustia puede perdurar. Muchos de los encuestados declararon que sentían una pérdida de control sobre sus vidas como consecuencia del divorcio. Menos del 20% dijo que sus dos progenitores había hablado con ellos antes del divorcio (en lugar de los casos en los que solo se habló después de que la acción legal se había tomado), y sólo el 5% informó de que se les había ofrecido la oportunidad de hacer preguntas sobre el divorcio. Esta falta de comunicación clara puede crear sentimientos de ansiedad e impotencia.

En el estudio antes citado por el autor, los pocos niños que dijeron que tuvieron la posibilidad de hablar con sus padres y hacer preguntas sobre el divorcio tenían recuerdos menos dolorosos y actitudes más positivas sobre el divorcio de sus padres. La conclusión es clara: los niños superan mejor la ruptura cuando no se les mantiene en la oscuridad acerca del divorcio de sus padres.

A partir de esta conclusión Nowinski aporta sugerencias acerca de lo que  necesitan saber los niños, y de cuánto margen de influencia sobre el proceso de divorcio se les debería otorgar:

Los niños necesitan saber que se acerca un divorcio. El título de una reciente película de Meryl Streep  “It’s Complicated” lo dice todo. Los padres no deben tratar de explicar todas las razones de su decisión de divorciarse. Por otro lado, los niños no deberían tener que despertar un día y recibir la noticia de esta decisión como surgida de la nada. El Dr. en Psicología Clínica opina que, por extraño que parezca, los padres deben dejar que los niños sepan de antemano que están contemplando el divorcio. El cómo comunicarlo depende en parte de la edad del niño. A los niños pequeños se les puede decir  simplemente que mamá y papá no pueden vivir juntos, y que el niño va a estar con uno u otro progenitor en todo momento.

Los niños necesitan saber cómo el divorcio afectar su propio estilo de vida. Además de obtener información general, necesitan ser capaces de hacer preguntas. ¿Tendrán que mudarse? ¿Tendrán que cambiar de escuela? ¿Cambiarán sus horarios? ¿Con quién van a estar y cuándo?

Los niños necesitan que sus deseos sean tomados en consideración. Los niños tienen opiniones, así como motivos para dichas opiniones. Nowinsky pone el ejemplo de una niña de once años de edad, apasionada por sus clases de animadora que quería estar en los días en los que tenía estas clases en casa de su madre porque le quedaban más cerca. Tanto la mayor distancia de la residencia del padre como sus horas de trabajo habrían dificultado que la niña pudiera disfrutar de sus clases. Los padres coincidieron en tener en cuenta este deseo a la hora de fijar sus acuerdos y en su plan de co-parentalidad.

En los últimos dos decenios hemos visto muchos padres cada vez más activamente implicados en el día a día de los hijos, en las tareas que Nowinsky denomina el “trabajo sucio” de educar  y criar en contra de la parte divertida de ser padres. El autor aprecia este cambio como un buen augurio para el sentido de co- parentalidad y puede ser además el factor que repercuta positivamente en contra de la sensación de pérdida que sufrían y sufren muchos menores en relación con el divorcio de sus padres. Por otra parte, cuando los padres se sujetan a rígidos acuerdos que no tienen en consideración las opiniones del niño probablemente se esté contribuyendo a los sentimientos de pérdida de control, desamparo y rabia que persisten para muchos niños del divorcio años después.

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