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Convivencia premarital aumenta probabilidad de divorcio

Una psicóloga estadounidense habla sobre las consecuencias del “efecto de convivencia” y de su influencia para el futuro divorcio de la pareja.

Meg Jay, psicóloga clínica de la Universidad de Virginia (Estados Unidos), publicó recientemente el artículo “La desventaja de cohabitar antes del matrimonio” donde advirtió que las parejas que conviven antes del matrimonio son más proclives al divorcio. En el artículo publicado por The New York Times, la psicóloga señaló que existe el denominado ”efecto de convivencia” que hace que los convivientes tiendan a estar más insatisfechos con sus matrimonios y por tanto más expuestos al divorcio que las parejas que no convivieron antes de casarse. Según indicó, al principio los investigadores atribuyeron este efecto a que los convivientes eran menos adeptos al matrimonio y más abiertos al divorcio. Sin embargo, nuevas investigaciones señalan que el riesgo se encuentra en la propia convivencia.

Parece ser que las personas que rondan los 20 años de edad suelen llegar a la convivencia de manera no discernida, como una consecuencia de dormir en la casa del otro periódicamente sin demasiada reflexión. Por lo tanto, se llega a la decisión de convivir sin demasiado diálogo y sin advertir las diferentes percepciones que varones y mujeres tienen sobre la convivencia. Según Meg Jay, las mujeres tienden a ver la convivencia como un paso al matrimonio, mientras que los hombres la ven como una prueba de la relación o forma de posponer un compromiso. Sin embargo, hombres y mujeres coinciden en una percepción: en que sus estándares para un conviviente son más bajos que para la persona con la que se casarían.

La psicóloga describe cómo en muchos casos la decisión tanto de convivir como posteriormente de casarse no es una decisión reflexionada y que parte del deseo de comprometerse en dicha relación, sino que simplemente “pasa”. Por un lado, el convivir surge de un concepto de comodidad, simplicidad y conveniencia. Ocurre generalmente cuando regularmente suelen pasar la noche juntos en casa del uno o del otro, a lo que se añade que pueden ahorrarse algunos gastos y tener una casa más agradable por el hecho de compartir piso. Por otro lado, una vez que conviven, va pasando el tiempo, se acomodan, compran muebles y comparten amigos y cuando llegan a sus treinta abordan un matrimonio, más llevados por la inercia o la norma social, que por un auténtico deseo de pasar una vida juntos. Sin embargo, en muchas ocasiones en ninguno de ambos casos la pareja realmente ha tomado una decisión, ha consensuado un proyecto de vida común o se ha entregado realmente a un compromiso, sino que se ha visto acorralada en una situación de la que no ha podido salir tan fácilmente.

Sin estar a favor o en contra de la convivencia en sí, Meg Jay reconoce que la decisión de casarse con una persona con la que se ha convivido movido por la conveniencia o la ambigüedad, con ese sentimiento de “hacer la prueba” y no de decidir conscientemente estar juntos y comprometerse, incrementa la probabilidad del posterior divorcio.

Por ello, advierte a los jóvenes que sean conscientes de que la convivencia, más que salvarles de un divorcio o de la infelicidad, podría incrementar las posibilidades de que se cometa un error o que se pase demasiado tiempo atrapado en él.

http://www.feriadeldivorcio.com/2012/04/25/convivencia-premarital-aumenta-probabilidad-de-divorcio/

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